Las notas mencionan, además, a conocidos académicos como Luis Rappoport, que se caracterizan por tener una visión institucionalista sobre las causas de la inestabilidad de los sistemas políticos, dejando de lado los causales tanto sociales como económicos y cayendo, por lo tanto, en un reduccionismo que -a sólo pocos meses de la finalización del conflicto entre la patronal agraria y el gobierno- se presenta como basamento intelectual de ciertas políticas neoliberales. Las notas hablan de un sistema de “hiper-presidencialismo” y expone, en relación a la “falta de oposición”, que el sistema presidencialista parece diseñado para desalentar el disenso, la oposición y la crítica. Ese planteo intenta demostrar, implícitamente, que la falta de oposición es causa del sistema y no de la carencia de propuestas serias alternativa al gobierno de turno (esté quien esté) o por inoperancias de la oposición.
Frente a esto, una propuesta de Laría consiste en “(…) contar urgentemente con un aparato de gestión de los bienes públicos dirigidos por funcionarios eficientes seleccionados por mérito y no por el burdo clientelismo”. Sin embargo, este planteo, que no es novedoso y considera que ese aparato de gestión puede ser apolítico y compuesto por “técnicos”, repite una falacia divulgada por el “innombrable” en la década del ´90 para hacer “eficiente” el estado (también planteaba la necesidad de achicar el estado). En la raíz de este razonamiento neoliberal, se considera que la sumatoria de técnicos (o funcionarios elegidos en base al mérito y que siempre cuentan con una determinada ideología política) puede generar un sistema apolítico.
La meta, de estas como otras notas de distintos medios de comunicación, consiste en establecer, en el imaginario social, que la culpa de las penurias que sufre nuestro pueblo debe buscarse solamente en la falta de instituciones, en la debilidad de las existentes, o en el exceso de corrupción. Para solucionarlo se enfocan en la necesidad de realizar un cambio en la forma de gobierno –de presidencialista a parlamentarista- por considerar que es poco representativa la figura de la presidencia o por imaginar que el parlamento puede ser una instancia de participación más democrática, transparente, fortalecedor de las instituciones, etcétera. Este planteo, además, se produce en un contexto en el cual, gran parte de la oposición al Kirchnerismo observa al congreso como una herramienta para frenar propuestas del oficialismo.
Esta idea, sin embargo, no tiene como finalidad mejorar el sistema político en su conjunto, sino utilizar ese argumento -en la coyuntura política actual- para obtener beneficios electorales al presentarse -la oposición al gobierno- como aparentes opciones ante el supuesto “despotismo” de la presidencia. El planteo meramente institucionalista, fue impulsado por el FMI y el Banco Mundial luego de la dictadura militar del ´76 y en especial en la década de los ´90 para intentar que no se centre la vista en causales económicos, o sociales que eran consecuencia de la implementación del modelo neoliberal. Es por eso que, lo más riesgoso de los planteos actuales, consiste en perder de vista otras causas centrales, que son consecuencia de la implementación de un sistema económico beneficioso sólo para unos pocos.
(Lautaro Matias Taibo, Diario El Cordillerano, Jueves 18 de Diciembre 2008)