6 de octubre de 2008

Chávez y la batalla por fortalecer el multilateralismo en Latinoamérica

El anuncio de la firma de acuerdos entre Rusia y Venezuela, para realizar maniobras militares conjuntas en el mar Caribe a fines de este año, puso en alerta a los Estados Unidos. A esto se sumó el envío de bombarderos rusos -que días atrás realizaron vuelos frente a las costas venezolanas en el contexto de acuerdo de cooperación en el área de Defensa- y las compras militares por parte de Venezuela a países como Rusia, Bielorrusia, China y España por valores que superaron los 6.700 millones de dólares (en los tres últimos años).
No es un secreto que las relaciones entre la ex URSS y la república bolivariana se basa principalmente en la cooperación militar aunque también existe el deseo de ambos mandatarios de forjar una alianza estratégica que incluya acuerdos en temas tan diversos como política petrolera, el uso conjunto de energía nuclear (con fines pacíficos) y en materia comercial. Esta asociación, además, deja abierta la posibilidad a la participación de otro rival de Estados Unidos como es la República de Cuba.
Estas alianzas juegan en contra de las ambiciones de Estados Unidos que continua pretendiendo derrocar a gobiernos que no son afines a sus intereses. Frente a las derrotas de los intentos de golpes de estado en varios países del cono Sur en la última década, Norteamérica reactivo a la denominada “IV flota de la armada”. La misma, aparece como una herramienta más para ejercer control sobre América Latina y el Caribe. El crucero nuclear ruso “Pedro el Grande” (que encabeza una flota que incluye además al barco de ataque contra submarinos “Almirante Shabanenko”) aparece en este escenario como un instrumento para contrapesar –parcialmente- el poder naval norteamericano.
A través del mejoramiento del equipamiento militar, el entrenamiento de civiles y militares para defender la democracia -por la vía que sea necesaria- y las alianzas con Rusia, Chávez intenta contrarrestar la presión estadounidense en Venezuela y en Latinoamérica, en general. Sin embargo, América Latina no puede estar dependiendo de los vaivenes de la política exterior rusa. Es necesario, por lo tanto, forjar alianzas no sólo comerciales y políticas, sino también, militares entre los países latinoamericanos.
En este sentido, es de vital importancia crear una “fuerza armada para la paz” integrada por militares de diversos países de América Latina (idea que se trató entre los países de Latinoamérica luego de la incursión de Colombia en territorio ecuatoriano) que debe tener como función principal persuadir a las potencias en general y EEUU en particular, de no utilizar a sus fuerzas armadas para pretender doblegar a los pueblos latinoamericanos.
Si América Latina estableciera una fuerte alianza político-militar, el costo político de una invasión, a cualquiera de los países, se potenciaría debido a que se correría el peligro de crear una basta zona de guerra, que sería aun más contraproducente para cualquiera de las potencias imperialistas.
La idea de una ofensiva militar no parece tan ilógica si recordamos las invasiones que sufrieron Irak y Afganistán bajo la excusa de la existencia de armas de destrucción masiva y de grupos terroristas aliados a los gobiernos de dichos países –argumentos nunca comprobados pero que sirvieron para que Norteamérica se apodere de los recursos de esas regiones-. En medio del conflicto diplomático con el gobierno de Evo Morales, EEUU recurrió a una táctica similar; el 17 de Septiembre incluyó a Bolivia en la lista negra del narcotráfico junto con Venezuela a quien además acusa de colaborar con las FARC –tildadas de terroristas-. Estas denuncias intentan construir una base de legitimidad para poder llevar a cabo invasiones u otros actos que involucren a las fuerzas armadas norteamericanas.
El rearme de Venezuela, por lo tanto, debe ser entendido en el contexto de hostigamiento que sufre por parte de Estados Unidos. Es indiscutible que tanto las alianzas con Rusia, como la creación de las “fuerzas armadas para la paz”, servirían para comenzar a romper el unilateralismo que EEUU impuso durante décadas en la región. El pluri-lateralismo dejaría en claro que Latinoamérica no es “el patio trasero” de nadie, sino que es una región en la que los pueblos quieren elegir su propio destino
(Lic. Taibo Lautaro, Diario El Cordillerano, 03 de Octubre de 2008)

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