5 de diciembre de 2009

Los derechos no se mendigan; Se ejercen



Queridos lectores: Les dejo el discurso que realizamos para sentar la posición de la Mesa de las Organizaciones de la Tierra de Bariloche en la jornada realizada en “El Foyel” en defensa del derecho a acceder a las costar. Este evento se enmarcó en el hecho de que la Justicia le dio un plazo a Joe Lewis para que abra el camino de Sirga (o servidumbre de paso para que la población pueda acceder al Lago Escondido
Los derechos no se mendigan; Se ejercen
Ya es bastante conocido el poder que tienen los grandes magnates para influenciar en las decisiones políticas, utilizando -casi como única herramienta- las dádivas y prebendas que terminan en los bolsillos de aquellos políticos que no comprenden -o poco les importa- el costo de su corrupción. El precio lo terminamos pagando nosotros, el pueblo mismo y nuestros hijos que vemos vulnerados nuestros derechos día a día, que somos golpeados si demostramos nuestro desapruebo (como sucedió cuando nuestros compañeros reclamaron por el libre acceso a las costas a principio de este año y algunos corderos políticos los golpearon brutalmente).

Actualmente, el millonario está construyendo una planta hidroeléctrica y, para asegurar la complacencia de los vecinos, vocifera que le dará energía gratis a “El Foyel” y a bajo costo a “El bolsón”. Este es otro claro ejemplo de las promesas que lleva a nuestras casas para endulzar nuestros oídos como si fuesen cantos de sirenas.
De la jornada de hoy surgen buenos interrogantes: ¿Por qué un multimillonario inglés tiene tierras en zona de frontera? ¿Por qué pudo comprar un lago a pesar de que las leyes se lo prohibían? ¿Porqué hay personas que apoyan al Lewis y someten sus derechos a las idas y vueltas del magnate?
Se puede empezar diciendo que la ineficacia y ausencia planificada del estado es un punto central en este análisis. El gobierno provincial dejó que Lewis comprara tierras que por ley no podía tener y obtuvo, a cambio, favores como por ejemplo la construcción gratuita de onerosas estructuras. La cuestionable relación entre el magnate proveedor y el gobierno encubridor de los negociados se reproduce hasta el hartazgo. Esta compra de voluntades políticas, sin embargo, no solamente se da entre nuestros supuestos representantes: Se puede evidenciar también dentro de la sociedad civil. Cuando en la agenda pública surge el tema del Lago Escondido (o Hidden Lake para los que se dejaron colonizar), una porción de la sociedad se posiciona en defensa del ingles esgrimiendo argumentos basados en las dádivas que reciben del multimillonario; Una especie de clientelismo perfeccionado. “Joe nos va a construir un hospital ejemplar”, o “Joe nos deja ir a jugar al futbol dentro de su propiedad” son algunas de las frases que confirman el juego perverso de que juegan el gobierno y el privado utilizando, como fichas sacrificables, al pueblo.
En estos movimientos ajedrecísticos no debemos perder de vista que, si la población quiere un hospital, es porque el hospital no está, si la población quiere jugar al futbol o participar de campeonatos deportivos, es porque no existen las políticas desde el gobierno en este sentido. Y nuevamente se evidencia la connivencia entre el gobierno y privado. Debemos saber que el enemigo no es el vecino que no entiende el perverso juego o que se deja pisotear para obtener unas migajas; el principal enemigo lo podemos encontrar en los gobiernos corruptos, que deberían defender nuestros derechos en vez de rifarlos.
Vivimos en un país donde la tierra es de unos pocos y es necesario admitir que la responsabilidad de esto la debemos buscar no solamente entre los políticos de turno sino, también, entre esa población pasiva que se siente de una clase (la que vive como reyes) cuando en realidad es obligada a vivir como el peor de los mendigos. Estamos por cumplir 200 años de lucha por el derecho a la tierra y los pueblos originarios llevan peleando mucho tiempo más. Pero lo más importante es que seguiremos haciéndolo hasta que no nos quede sangre en las venas porque consideramos que el acceso a la tierra es un derecho inalienable del hombre. Hoy estamos aquí para asegurarnos de que el juego se detenga y para que el que gane sea el pueblo. No mendigamos nuestros derechos, los ejercemos; es por eso que nos reunimos para defender nuestro derecho al libre acceso a la costa. Estamos presentes para demostrar, una vez más, que nuestra dignidad no se alquila ni se vende.
Mesa de las Organizaciones de la tierra de S.C. de Bariloche

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