
El mandatario latinoamericano además explicó que “es bien importante que se examine el tema del suministro de armas al terrorismo. Los estados tienen la responsabilidad de investigar la provisión de armas al terrorismo (…). Es bueno que se examine la necesidad de que todos los estados, eficazmente, cumplan con las obligaciones de Naciones Unidas para no permitir que los terroristas se alberguen en sus territorios”.
Una vez dentro de la reunión, el mandatario colombiano tomó la palabra y declaró “Hemos tenido acuerdos para trabajar conjuntamente contra la delincuencia en la zona de frontera. El mismo dejo de aplicarse por decisión unilateral de la república de Venezuela en el año 2001 (…). Colombia, que ha sufrido inmensamente el flagelo del narcoterrorismo, recibe exclamaciones de pésame, pero pocas veces recibe una colaboración práctica y eficaz”.

En los últimos años, Colombia pasó de una extensión de 5.000 hectáreas de plantaciones -destinadas a la producción de la materia prima para producir droga- a 400.000 hectáreas. Uribe consideró que “los 42.000 km. de zona liberada, durante los gobiernos que lo precedieron, solo sirvieron para que las FARC amplíen sus plantaciones de coca”. Tal como lo habían predicho algunos analistas internacionales (principalmente Pedro Brieger), Uribe cambió el eje de la discusión y propuso enfáticamente la necesidad de que las F.A.R.C. sean consideradas Grupos Terroristas. Fundamentó su postura mostrando foto de cadáveres de personas asesinadas por esas fuerzas armadas.
Cabe destacar que, una vez que se denomina como terrorista a algún grupo armado, a los estados se les abre un amplio abanico de posibilidades para atacarlo. Esta estrategia tiene sus antecedentes más palpables en la invasión de Irak y Afganistán, por parte de Estados Unidos, que argumentó la ocupación del territorio árabe, alrededor de los ejes del ataque preventivo y lucha contra el terrorismo –ambos conceptos compartidos por Uribe-. Finalmente, El presidente Colombiano planteo que la problemática del terrorismo se amplia en la región debido a que “algunos estados permite que los terroristas se alberguen en sus territorios”.

Por su parte, Correa detalló el accionar de su país en contra de la guerrilla y planteó la necesidad de buscar una solución al problema de la guerrilla y los grupos paramilitares. El presidente Ecuatoriano destacó que “el problema es de Colombia” y los costos del conflicto lo está pagando no solamente ese país, sino también, todos sus vecinos. “no busque enemigos donde no los hay” fustigó finalmente.
Evo Morales se mostró indignado por el rumbo que estaba llevando la discusión. Expuso que “en Latinoamérica no podría haber integración mientras no haya justicia social y exista imperialismo en América Latina”. Pidió expresamente que se firme un “documento que reiteré el dicho de Uribe (quien había expuesto tiempo antes que no había bases militares en Colombia)”. “Mas allá de cual sea el formato del documento firmemos un párrafo en el que todos afirmemos nuestra posición de rechazar las bases de potencias extranjeras en Latinoamérica” enfatizó finalmente Evo.

La posición unificada de países que integran el ALBA como son Ecuador, Bolivia y Venezuela no logró cambiar de actitud del mandatario Colombiano quien, luego del receso que se realizó en la cumbre, decidió retirarse, participando de la foto de familia (foto que se toma con todos los presidentes), solo por el pedido explícito de la presidente Cristina Fernandez. Finalmente se logró uno de los objetivos, que era evitar la ruptura de UNASUR, pero no se logró llegar a acuerdos concretos con respecto al problema de las bases.
(Lautaro Matias Taibo, Diario El Cordillerano, Sábado 29 de Agosto de 2009)
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